
Los visitantes se
preparan para el juego, sabiendo que sin ellos no hay magia, no hay
obra. La pieza, se define por la reconstrucción a escala real de una
fachada arquitectónica, que podría ser la de cualquier edificio
parisino, sobre el suelo del hall y donde los espectadores se pueden
tumbar, gatear, escalar. A través de un espejo gigante, que cuelga
de una gran estructura industrial a modo de arco, se eleva vertical
ante nuestros ojos la fachada, y nosotros sobre ella, colgando de los
balcones, trepando por los tejados, sin miedo a tener vértigo, como
acróbatas de circo, desafiando la gravedad, en el reflejo del
espejo.
Aquí podéis ver un video de la instalación.
Aquí podéis ver un video de la instalación.

Ambas propuestas nos
invitan a jugar con la imaginación y crear
nuestra particular realidad física y temporal, guiándonos para
conectar en el cerebro todos nuestros sentidos en una experiencia
personal. Ambas también, nos recuerdan la tradición histórica del
arte, en tanto de experimentación e investigación visual, desde el
Barroco a la modernidad de los inicios del siglo XX.
(Por Luisa Fraile)